martes, 1 de diciembre de 2009

Recuerdos del fin del mundo.




Cuando al mirar hacia el ocaso
Con mi triste mirar de pordiosero
me resigno a morir como viajero
que se rinde al dolor de su fracaso,
la sombra que vendrá desde el ocaso
me encontrará sentado en el sendero,
si no puedo llegar, si nada espero,
para qué voy a dar un solo paso.
Que se pudra mi cruz entre la escoria
donde calló la fe de mi destino
y se cubrió de lodo mi memoria.
No merezco otro fin, cruel peregrino
atravesé la noche de mi historia
dejando sangre humana en el camino.


( Escrito por un preso anónimo a principios del siglo XX, cuando en un penal cercano a Ushuaia, en la patagonia argentina, se condenaba a los presos a talar arboles en condiciones extremas)